Cada vez que paso por este local neo-poppy de "pa sucat amb oli" del barrio del Pueblo Nuevo, no puedo más que sentir melancolía, pena y tristeza al recordar una de las mejores épocas de mi vida. Y no es que ahora no sea feliz, es otro tipo de vida: un poco más asentada y tranquila.
Con poco más de 500 pesetillas y la T-10 pasabas una noche mágica e inolvidable y al día siguiente no tenías resaca y seguramente volvías a salir con las mismas ganas o incluso más que la noche anterior. Pero no quiero parecer materialista, este post no va de eso. Este post sólo pretende hacerle un pequeño homenaje a la discoteca que vio cambiar mi vida hace una década, no por el local en sí, si no todo lo que acontecido durante los años 1996 y 1997 y posteriores añitos ya camino de la treintena.
Un momento, un homenaje a Zeleste y una burla a Razzmatazz, porque la cosa cambia.
Que felices fuimos tantas y tantas noches en ese viejo local de la calle Almogávares cuando aún le llamábamos " A saco", cuando saltábamos como locas al ritmo de "Born Slippy" de Underworld, cuando nos abrazábamos con "Trash" de Suede o enmudecíamos con "Creep" de Radiohead..., al volver a casa en metro comentando la jugada y quedando para el día anterior.
Tantas y tantas noches mágicas...
Era distinto al actual, demasiadas salas, demasiada gente, demasiadas prohibiciones, excesiva entrada, demasiada moda poppy-fashion, demasiados enteradillos....Antes era mucho más pachanguero, no había peleas, no había malas miradas, no había la tensión que ahora invade el ambiente de vez en cuando, porque cuando saltábamos con "Born Slippy", los que ahora la lían aún estaban jugando con "Hemans" y cochecitos. En diez años ha cambiado la forma de divertirse, de bailar, de disfrutar de la noche, hasta cambian las formas de beber y de drogarse. Y eso se ve cada noche, el desmadre de muchos veinteañeros que no se que se han creído, que se creen que los 20 van a durar toda la vida y pueden hacer y deshacer a su antojo, no señores y señoras, no es así.
Y claro, con el cambio de nombre y de dueños, nuestro Zeleste pasó a peor vida, le llamaron Razzmatazz, subieron la entrada, pusieron seguridad nueva, merchandising hasta en los lavabos, más controles que en un aeropuerto americano...., todo cambió, todo? Excepto el inamovible Amable, que aunque muchos critiquen que en vez de pinchar lo que hace es poner un cassette una y otra vez, a mi ya me va bien, porque si sigo volviendo de vez en cuando allí es por la música, porque el resto, la verdad.......
Por la misma música que diez años cambió mi vida, con la misma música que conocí gente a la que quiero con locura, la misma música con la que bailo en casa, la misma música que me recuerda que tuve 20 años y que no pienso soltarlos nunca, eso si, yo al menos con responsabilidad, no como los pitufos makineros que invaden las calles actualmente...
¿Y esta noche? ¿Hace un Razz?